Si existe o no el síndrome postvacacional es una pregunta que muchos de nosotros nos hemos hecho a la vuelta de las vacaciones.

Aunque realmente este síndrome no está descrito como tal en ninguna clasificación diagnóstica, realmente podríamos hablar tanto del síndrome postvacacional como vacacional. En ambos casos se trata de un problema de adaptación. En el primer caso, pasaríamos de una situación tranquila, sin tensiones, sin horarios, sin tráfico y atascos a la situación de vuelta a la rutina. Un porcentaje de nuestra vida la pasamos trabajando y en la mayoría de las ocasiones el trabajo que realizamos no es una fuente de satisfacción, más bien, todo lo contrario. Podríamos decir que la vuelta de las vacaciones es una vuelta a la realidad.

Los principales síntomas que aparecen van desde síntomas físicos como palpitaciones, mareos, sudoración, trastornos del sueño hasta síntomas psicológicos como depresión, angustia, falta de motivación, ansiedad, cansancio y desgana.

Distintos estudios sobre satisfacción laboral informan que el síndrome postvacacional puede ser una señal de un problema de desadaptación laboral, asociándose con trastornos de hipertensión y cardiopatías. Se ha constatado que dura aproximadamente quince días. En caso de que este periodo fuera más prolongado sería recomendable consultar con un especialista para evitar estrés crónico.

¿Y qué es el síndrome vacacional?

Pues igualmente que el anterior se trata de un problema de adaptación, pero en el sentido contrario. Hay personas que durante todo el año se pasan el día en el trabajo y centran su disfrute en esa actividad, invirtiendo poco tiempo en otros ámbitos.

Este perfil suele denominarse adicto al trabajo (Workaholism), una de las características de este perfil es la negación de la propia persona sobre lo que le está pasando. Teniendo en cuenta que su disfrute está en el trabajo, en el momento en el que se encuentran de vacaciones su principal fuente de disfrute desaparece y no es de extrañar que aparezca un proceso de adaptación con la misma sintomatología que en el síndrome postvacacional.

En este último caso, se trata de una conducta disfuncional siempre, por lo que es recomendable tratamiento o prevención.