Logopedia y foniatría en Pinto, Madrid

Emociones y cerebro humano

Yolanda G. Albuerne / Abril 2015

No todos percibimos e interpretamos la realidad de la misma forma. De este hecho depende en gran medida nuestra manera de relacionarnos con los demás, de cómo pensamos, sentimos, amamos, etc. En multitud de ocasiones nos preguntamos qué nos lleva a sentir o a pensar de determinada forma; y también experimentamos la gran dificultad que supone el modificar “ese sentir” “ese pensar”… en muchas ocasiones sin gran éxito. Volvemos una y otra vez a donde no queremos ir, como el río vuelve a su cauce.

Siegel (2011) nos da una explicación a todo lo que esconde nuestra forma de mostrarnos al mundo. Según este autor, los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro nos ofrecen unas maneras totalmente diferentes de percibir la realidad y de comunicarnos con los demás. Nuestro cerebro se desarrolla y estimula desde la infancia; cuando una persona ha tenido una infancia fría, sin muestras afectivas, un hemisferio del cerebro suele verse poco estimulado (hemisferio derecho) y el otro se vuelve demasiado dominante (hemisferio izquierdo).

Ya en los primeros días de vida nos comunicamos con los demás a nivel no verbal, el llanto atraerá la atención de nuestra madre, la cual nos ofrecerá su pecho y saciará nuestra necesidad…, enviamos y recibimos señales mediante las expresiones faciales, las posturas, los gestos, el llanto, etc. Cuando somos bebés, las señales no verbales son el medio a través del cual nos comunicamos con el mundo y con nuestras figuras de apego. Si un bebé tiene hambre, frío, miedo, dolor, etc., manifiesta su necesitad a través del llanto, agita brazos y piernas, intenta atraer la atención del otro. Por otro lado, cuando se siente contento, satisfecho, seguro, etc, gorgojea, sonríe. A su vez, estas señales no verbales son percibidas por los cuidadores, los cuales reaccionan a ellas, reforzando e interaccionando con las conductas del bebé.

Estas señales no verbales son creadas y percibidas por el hemisferio derecho y los neurocientíficos han descubierto que este hemisferio es el más desarrollado y el más activo en los primeros años de vida.

El hemisferio derecho tiene una conexión más directa con las áreas subcorticales del cerebro, es decir, el plano no verbal, las imágenes, metáforas, sensación de todo el cuerpo, memoria autobiográfica, sentimientos de apego, es visceral, en resumen, es emoción pura. Se orienta a la exploración del mundo interior propio y ajeno.

Por otro lado el hemisferio izquierdo se halla más alejado de las funciones subcorticales básicas, se desarrolla más tarde y está relacionado con la parte lingüística, lógica, lineal, literal, le domina el pensamiento racional.

Cuando uso mi modo derecho, veo un mundo lleno de posibilidades interconectadas: “esto, aquello puede ser verdad,… ¡y juntos podrían crear algo nuevo!”. Sin embargo, cuando uso mi modo izquierdo, veo un mundo más dividido. Para el hemisferio izquierdo, sólo hay un punto de vista que pueda reflejar fielmente la realidad, y cuando miro el mundo por la lente “o” del modo izquierdo, diría algo así como: “¡Esta es la manera correcta de verlo… la otra es sencillamente, errónea!”. No siendo consciente en ambos casos, que yo no he elegido pensar de esa manera.

Sabemos que el hemisferio izquierdo se está activando en un niño de 2 a 3 años de edad cuando empieza a preguntar el por qué de las cosas. Se orienta más hacia el exterior. Aunque nuestro hemisferio derecho empieza a estimularse desde los primeros momentos.

Es fácil encontrarnos con parejas donde en una persona domina el modo izquierdo y en la otra el modo derecho. Por ejemplo, la esposa dice que se siente triste, por otro lado el esposo contesta: “vives con permanente insatisfacción, no tienes ningún motivo para estarlo”. Se trata de una situación en la que los dos se quedan mal. Y lo peor de todo es que están convencidos, ambos, de que su sentir es real y que son incapaces de llegar el uno al otro.

Las vidas de muchas personas según Siegel (2011) está dominada por el hemisferio izquierdo, con el hemisferio derecho anquilosado; de esta forma estas personas se sienten más seguras, es una estrategia adaptativa que han ido adquiriendo para sobrevivir con menos dolor emocional. También hay personas dominadas por el hemisferio derecho y se sienten sobre estimuladas a nivel emocional con un gran sufrimiento. Cuando un modo domina sobre el otro, mucho tiempo, el resultado es rigidez, caos, etc.

Sin embargo, hay mejores soluciones. De acuerdo con Siegel, a través de la terapia podemos conseguir la estimulación del hemisferio derecho o hemisferio izquierdo, de tal manera que se produzca la integración entre ambos y el intercambio de energía e información.

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